Imagen de las obras de construcción del Metropolitano Alfonso XIII (anterior a 1924). Fotografía de Memoria de Madrid.
A lo largo de los más de cien años de vida del actual Metro de Madrid, la red metropolitana ha tenido numerosos acontecimientos importantes en su historia, tales como inauguraciones con presencia de los monarcas y autoridades, celebración de eventos en sus estaciones o exposiciones e incluso pequeñas incidencias que han causado revuelo en la sociedad. Tal es la variedad, que hemos decidido centrarnos en un momento de gran intensidad: las relaciones entre la Compañía Metropolitana y el Ayuntamiento de la capital.
A día de hoy, podemos ver como las relaciones entre el actual Metro de Madrid y el Ayuntamiento de Madrid son cordiales e incluso cercanas, pero esta situación no fue así en el pasado, comenzando dichas hostilidades en el momento de presentación de la red subterránea ferroviaria en la ciudad de Madrid por los ingenieros Otamendi, Mendoza y Echarte.
¿Qué es un metropolitano? La cuestión inicial y el empiece del conflicto.
Nuestra historia comienza a partir del 2 de diciembre 1914, cuando en la Gaceta de Madrid se publicaba el proyecto del “Ferrocarril subterráneo Metropolitano de Madrid”, siendo el proyecto originario para la red. Nuestro conocimiento actual sabe lo que es un ferrocarril metropolitano o Metro, pero en aquel momento este ferrocarril no quedaba claro del todo.
Los tres ingenieros, tras valorar las opciones existentes para su construcción, se acogieron a la Ley de Ferrocarriles secundarios y estratégicos de 23 de febrero de 1912[1], quedando dependiente del Ministerio de Obras Públicas para su construcción y ordenación. Sin embargo, el Ayuntamiento de Madrid no entendió esta fórmula, ya que la administración local creía que este servicio debía estar amparado por la Ley de 1877 de ferrocarriles secundarios[2], siendo este nuevo proyecto más que un ferrocarril subterráneo sino un tranvía subterráneo.
Este punto parece un poco ilógico a simple vista, pero dispone de unas particularidades importantes. La primera ley establecía la posibilidad de construir tu ferrocarril con garantía o sin garantía de interés por el Estado, escogiéndose por parte de los fundadores de la red metropolitana la segunda opción. Esta fórmula les permitió obtener diferentes exenciones durante la construcción y una resolución en la que los Ayuntamientos solamente intervenían en el momento de las reclamaciones sobre el proyecto presentado. En el caso de que se hubiese ejecutado el proyecto bajo la segunda ley, el Ayuntamiento de Madrid o el Gobierno de la Provincia dispondría de mayor implicación en el proyecto ferroviario al disponer de un trazado que discurría por suelo urbano municipal.
Dicha situación sería resuelta por el Ministerio de Obras Públicas con la otorgación de la concesión del Ferrocarril Metropolitano Alfonso XIII en 1917, indicándose que dicha nueva infraestructura se acogería a lo dictado en la Ley de Ferrocarriles Secundarios de 1912. Sin embargo, el Ministerio ordenó que en el Ayuntamiento de Madrid tuviese la facultad de ordenar las estaciones, apeaderos o apartaderos que se presentase en el proyecto del Metropolitano para Madrid. Con ello, aunque no sería lo que le hubiese gustado al Ayuntamiento de Madrid, el Ministerio ofreció la implicación del municipio en el proyecto ferroviario.[3]
La negativa del Ayuntamiento al Metropolitano continua: comienzan los conflictos.
Los primeros inicios de este problema los conocemos en el mes de enero de 1922. Durante esos meses, la Compañía Metropolitano Alfonso XIII estaba construyendo la futura ampliación de la línea 1 desde la estación de Atocha hacia el Puente de Vallecas. Conocemos que, en la sesión municipal celebrada el 20 de enero, la Compañía pidió al Ayuntamiento de Madrid el permiso para construir un sistema ferroviario, de estilo Decauville, en el paseo de María Cristina y avenida de Menéndez Pelayo con el objetivo de verter las tierras extraídas en esta ampliación en el arroyo Abroñigal. En este punto de la sesión, el Ayuntamiento debía sentar las bases de esta pequeña concesión y el destino de los ingresos que obtuviese la compañía férrea por su uso.
En el debate producido, el concejal, señor Saborit, argumentó que la prensa madrileña recogía numerosas críticas sobre el metropolitano de Madrid, en base a los abusos que esta compañía hacía al Ayuntamiento de Madrid y la permisividad de la alcaldía hacia esta empresa. El alcalde de Madrid, el marqués de Villabrágima, argumentó que se estaban realizando acciones para que la empresa ofreciese un pago por su ocupación, siendo de 600.000 pesetas lo que debía abonar el metropolitano por su uso. El alcalde de la ciudad aseguró que se reuniría con el ministro de Fomento para ver sí el Ayuntamiento de Madrid podía intervenir en las tarifas del metropolitano y concienciar al ministerio de los abusos del metropolitano.
Por su parte, el concejal, señor Reglero, replicó que, aunque el metropolitano se acogiese a la ley de Ferrocarriles secundarios no existía ninguna inspección del gobierno durante sus obras, pidiendo que el Ayuntamiento intervenga como dueño del suelo y subsuelo de la capital. En la misma posición se encontraba el concejal, señor Serrano Jover, aunque dicho planteamiento se encontraba con dificultades. Por último, el dictamen municipal sería aprobado por la corporación municipal, aunque el alcalde de Madrid estableció que llevaría al Congreso la reforma de dicha ley, llegando a suspender las obras sí todos los concejales mostraban su apoyo.[4] Sin embargo, la respuesta de la Compañía Metropolitano Alfonso XIII no se hizo esperar:
“El Consejo, completamente de acuerdo con lo manifestado por nuestro director-gerente en su carta fecha 10 de Febrero, dirigida al excelentísimo señor alcalde, estimo que, aun encontrado ilegal cualquier canon municipal que se establezca, pues alteraría la concesión otorgada por el ministerio de Fomento y las vigentes leyes de ferrocarriles, en su deseo de agradar al excelentísimo Ayuntamiento, accede a celebrar un convenio con él, aceptando un canon exactamente igual por kilómetros al que actualmente pagan los tranvías madrileños. Lo que no puede aceptar el Consejo es el convenio propuesto por el excelentísimo señor alcalde, que consiste esencialmente en que el Metropolitano pague un canon por kilómetro más de «treinta veces» superior al que paga la Compañía de Tranvías.”[5]
A los pocos días, el 20 de febrero, el Ayuntamiento alertó a la sociedad que las inspecciones que realizaba el Ministerio de Fomento no existían sobre las obras de la red metropolitana, siendo el causante de que en el Puerta del Sol se formasen unos cráteres en ella. Por ello, el alcalde bajó a uno de los pozos de ataque que la Compañía Metropolitano había situado en dicha plaza, afirmando que las inyecciones de cemento eran ineficaces para combatir las depresiones producidas por los movimientos de tierras y que los técnicos municipales tenían razón en que se producirían problemas en dicha plaza. Esto llevó a que el alcalde de la capital afirmase la necesidad de que se suspendiesen las obras hasta que se garantizase la seguridad para el vecindario.[6] A los pocos días, el Ayuntamiento de Madrid obligó a la Compañía Metropolitano Alfonso XIII a pagar 47.000 pesetas, en virtud de los kilómetros totales que pagaban las empresas tranviarias como canon al municipio.[7]
En el mes de marzo, el Ayuntamiento de Madrid debatió una moción con el objetivo de encontrar un acuerdo con la Compañía Metropolitano para proponer la suspensión de las obras, basándose en que esta Compañía debía pagar lo adeudado con el municipio, unas 40.000 pesetas anuales.[8] Con ello, el Ayuntamiento trataba de conseguir que la empresa ferroviaria abonase “las cantidades que debe al Erario municipal por los arbitrios de calas y ocupación de la vía pública, por nunca el cobro de tributos que pertenezcan a la Hacienda pública.”[9] Esta situación haría que la Compañía Metropolitana se opusiera a lo aprobado por el Ayuntamiento.[10]
Como toda acción, tiene su repercusión, el Ayuntamiento de Madrid ofreció un ultimátum a la Compañía Metropolitano Alfonso XIII sobre este problema en el transporte de la capital:
“Considerando que esto sentado la Compañía del ferrocarril Metropolitano Alfonso XIII viene obligada a satisfacer los arbitrios e impuestos municipales sobre los terrenos e inmuebles que no se hallen comprendidos en la referida exacción, estando en su virtud sujetas a tributar por las superficies que ocupa en la vía pública que no constituya o sean accesos a las estaciones de sus líneas. Requiérase a la expresada Compañía para que se abstenga de seguir ocupando la superficie y el suelo de las vías públicas con las obras y trabajos que realiza para la construcción de sus líneas en proyecto (sin la autorización o conformidad del Ayuntamiento, en otro caso, el previo cumplimiento de los requisitos necesarios, con arreglo a las leyes de Ferrocarriles y Expropiación forzosa para ocupar de un modo temporal o permanente terrenos u otros inmuebles de la propiedad de los pueblos), dense las órdenes oportunas a los señores Tenientes de alcalde, al jefe de la Guardia municipal de Policía urbana, a los señores ingenieros de Vías públicas y arquitecto director de Fontanería y alcantarillas y a los demás agentes del Municipio, para que impidan y no consientan que la mencionada Compañía efectúe nuevas ocupaciones de terrenos en la superficie y suelo de las vías públicas, no tolerando ni consistiendo, bajo ningún motivo o pretexto, que se ejecute obra ni trabajo alguno que implique o constituya tales actos de ocupación de la propiedad municipal, procediendo con la mayor diligencia a suspender cuantos tengan el indicado objeto. A la vez practíquese por la Contaduría de la Villa la correspondiente liquidación de las cantidades adeudadas al Ayuntamiento, con arreglo a los presupuestos municipales, por razón de árbitros y tributos sobre la ocupación de terrenos o de la vía pública, apertura de calas o cualquier otro concepto que no afecten a las materias que disfruten de beneficio de exención tributaria, y luego que esto se haya realizado, procédase a la exacción de las sumas liquidadas.”[11]
La tensión entre Ayuntamiento y Metropolitano llega a su auge: la paralización de las obras.
En la mañana del día 20 de marzo de 1922, numerosas parejas de la Guardia Civil y del Cuerpo de Seguridad se concentraron en todas las estaciones del metropolitano. Según narraron diversos medios en las ediciones de la mañana, en la estación de la Puerta del Sol se concentraron veinticinco Guardias Civiles y varias parejas del Cuerpo de Seguridad. Asimismo, en la estación de Atocha se ubicaron cuerpos de seguridad y en diversas estaciones y obras de la ampliación de Atocha a Puente de Vallecas se dispusieron varios efectivos de seguridad. El municipio de Madrid lo calificó como un “un alarde de fuerza, que resultaba ridículo y excesivo”.[12]
El Heraldo de Madrid recogía el cuestionamiento de los madrileños sobre sí esta acción había sido decretada por el gobernador de Madrid, Eloy Bullón, o si bien la orden fue emitida desde el director de Orden Público. Tras ello, algunos medios se trasladaron al despacho del alcalde de la ciudad, respondiendo que el regidor que no había emitido la orden de auxilio a las fuerzas de seguridad, aunque declaró a los medios que:
“Lo que yo tengo que impedir es que se ocupe el suelo, que es propiedad del Ayuntamiento, sin pagar, como se ha venido haciendo hasta ahora. Si semejante determinación trae como consecuencia males mayores, lo lamento, pero ese es el acuerdo del Municipio, y estos dispuesto a que se cumpla, apelando a todos los medios que me concede la ley”
El ministro de la Gobernación, el señor Pinés, contestó a los medios que el Ayuntamiento de Madrid había “adoptado acuerdos de suspender, no sé si las obras o los servicios del Metro, pues yo no tengo conocimiento oficial ni oficioso de dichos acuerdos”. Tras las preguntas que los medios realizaron, las cuales fueron contestadas con una negativa ante la provocación de dicha acción, el alcalde de Madrid visitó al ministro de la Gobernación. Tras su reunión, el alcalde estableció que “el ministro está completamente de acuerdo con el Ayuntamiento, y se limita, como dije anteriormente, a tomar medidas preventivas”. De igual modo, los medios recogieron las palabras de que “el Ayuntamiento nunca ha pensado en que el tráfico se interrumpa, y desea que siga la circulación. La suspensión se refiere, como he dicho muchas veces, a las obras de nueva construcción.”
Por último, los medios también pidieron las palabras de la Compañía Metropolitano Alfonso XIII. Miguel Otamendi atendió a los medios a la una del mediodía, esclareciendo que se vieron sorprendidos “por una notificación del alcalde suspendiendo las obras, y por la novedad de la Guardia civil custodiando las estaciones del Metro. Nosotros no solicitamos fuerzas ni auxilios de ninguna autoridad. El gobernador, el Gobierno, o quien sea, que yo no lo sé, ha dispuesto que se adopten las precauciones que conoce”. Mientras, la alcaldía emitió un decreto-circular a todos los Tenientes de alcalde de los diferentes distritos donde se hallasen las obras del metropolitano para proceder a su paralización a las nueve de la noche. En dicho documento aparecía que estarían encargados de proceder a su paralización los jefes de la Guardia Municipal, la Policía Urbana, los ingenieros de Vías Públicas y el arquitecto directos de la sección de Fontanería y Alcantarillado. Por último, se indicó que en caso de que hubiese o se produjese algún incidente, el coste de ello pasaría a remitirse a la Compañía Metropolitano Alfonso XIII.[13]
Ese mismo día por la tarde, en el salón de conferencias del Congreso, los medios recogen varios comentarios de los asistentes a dicho evento sobre el conflicto del Ayuntamiento de Madrid y de la Compañía Metropolitano Alfonso XIII. En esta ocasión, los asistentes criticaban la posición del Ayuntamiento de Madrid, estableciendo que la alcaldía no disponía de la superioridad para paralizar unas obras que había concedido el Ministerio de Fomento, al ser el metropolitano un sistema basado en la Ley de Ferrocarriles Secundarios.[14] La Voz establece que el Ayuntamiento de Madrid dio cuenta al Ministerio de la Gobernación sobre los acuerdos municipales y de los propósitos que el consistorio tenía para el Metropolitano. Aunque, desde la municipalidad se valoraba que los obreros de la empresa entrasen en huelga, caso de las obras de la prolongación de la línea 1 y en la nueva línea 2, siendo necesario para el Ministerio de la Gobernación sacar a las fuerzas de seguridad. [15]
A las seis y media de la tarde del día 20, los Tenientes de alcalde se reunieron en el Ayuntamiento para coordinar a todas las Tenencias de Alcaldía para “prohibir de manera terminante el vertido de tierras en la vía pública y que procediese de los pozos que está haciendo la Compañía del Metropolitano”. A pesar de que en algunos distritos de la capital no se estaba llevando actuaciones del metropolitano, se pidió desde la alcaldía que los Tenientes acompañasen a otros Tenientes para realizar un recorrido por las obras y “ver si el personal a sus órdenes cumplía lo mandado y resolver aquellos problemas que les fuesen consultados por los mismos”. Antes de las 9, los periódicos anotaban dicha información:
“Los Tenientes de alcalde, con bastón de mando y acompañados de guardias, marchaban por los lugares donde se realizan trabajos del «Metro» esperando la hora marcada para comenzar su actuación, viendo por la Gran Vía a los concejales señores Palomero y Noguera, y por el Ministerio de la Guerra, a los señores Cubero y Asporón.”
Sobre las ocho y media, en la Puerta del Sol, punto donde se ubicaban las obras para las nuevas instalaciones que albergaría la línea 2 del Metropolitano, fueron visitadas por el inspector urbano, señor Carreño, acompañado por varios guardias municipales. El personal de Vigilancia y Seguridad de las obras ferroviarias se negó a la vista, siendo un motivo de concentración del público. Debido a la concentración de gran número de asistentes, las fuerzas de Seguridad a caballo simularon una carga con el objetivo de dispersar al público y a los guardias municipales. Mientras se sucedía esto en la Puerta del Sol, a pocos metros, en la confluencia de la Gran Vía con la calle de Alcalá, varios guardias municipales, acompañados por arquitectos municipales, acudieron a estas obras para su detención. Detención que no fue llevada a cabo debido a las fuerzas de seguridad que estaban también en dichas obras y que procedieron a la detención de cinco guardias del municipio. [16] Otro de los altercados se producía en la glorieta de Atocha, donde había sido detenido el Teniente alcalde del distrito de Hospital, señor Fargues, el cual había sido conducido a comisaría. En esta detención se sumaron varios guardias municipales por mantener la idea de entrar a dichas obras.
Mientras tanto, en el pozo de ataque de la calle de Alcalá esquina al Ministerio de la Guerra, el jefe de la Guardia Municipal, Martínez Camarero, intentó visitar dichas instalaciones sin lograr existo alguno debido a que “ya habían surgido otros pequeños rozamientos e incidentes entre los agentes municipales y los guardias de Seguridad que allí estaban vigilando”. Debido a las dificultades existentes para entrar, el jefe de la Guardia Municipal discutió con “un dialogo muy vivo” con un Capitán, un Teniente y dos Cabos de la Guardia Civil que allí se encontraban. La pareja de Cabos, procedió a llevarse detenido a Martínez Camarero debido a su negativa a abandonar el lugar, siendo conducido a las Prisiones Militares por su condición de Teniente coronel del Ejército. Por otro lado, fueron también detenidos por “haber intervenido en estos incidentes, apoyando la autoridad de su jefe”, los inspectores municipales, señores Huertas y Pérez, y diversos guardias municipales.[17]
En los alrededores de la zona de Atocha, se produjeron dos incidentes entre Tenientes de alcalde y las fuerzas de seguridad que estaban custodiando las obras. A las nueve menos cuarto de la noche, en la glorieta de Atocha fue detenido el Teniente alcalde interino del distrito del Hospital, señor Farges, que fue conducido a comisaría. Al igual que en otros casos, se vuelve a detener a varios guardias municipales. Tras ello, a las nueve y media de la noche, en el paseo de Atocha se produjo otro suceso de mayor gravedad. El Teniente alcalde conservador, Díaz Agero, el secretario de Tenencia de Alcaldía y dos municipales de turno, se presentaron en las obras que se estaban ejecutando en la calle del Pacífico. El comisario de Vigilancia, encargado de las fuerzas gubernativas, se opuso a la entrada de los asistentes, salvo para el caso del Teniente de alcalde el cual podía pasar siempre que no animase a abandonar el trabajo a los obreros.
El Teniente de alcalde pretendía levantar un acta de la negativa del comisario, aunque este último seguía manteniendo la misma idea negativa. El diario La Voz recogió las siguientes palabras del comisario de vigilancia:
“– Si lo intentara usted después de estas advertencias, me vería en el caso de detenerle”
Ante esta premisa, el Teniente de alcalde habló gracias a un teléfono próximo al lugar con el alcalde de Madrid para comunicarle lo sucedido. Al cabo de un rato, el alcalde de Madrid, el marqués de Villabrágima, se acercó a dicho punto acompañado del secretario del Ayuntamiento, señor Ruano, y los Tenientes de alcalde Fernández Cancela y Tato Amat. El alcalde de Madrid intentó hablar con el jefe de la guardia gubernativa para ver si podía entrar él y su comitiva a inspeccionar las obras. El jefe de la Guardia Civil, con el cual dialogó el alcalde, se opuso a su entrada debido a que disponía de órdenes de prohibición de paso.
“Contestada negativamente la pregunta, el alcalde, dispuesto a retirarse con los Sres. Cancela, Tato y Ruano, dijo:
“– Pues no rectifico las ordenes que he dado”
Cuando el subjefe de la Guardia Municipal, D. Manuel Garrido, oyó las palabras del alcalde que anteceden, quiso entrar en el recinto vallado, porque entendía que era su deber. La Guardia Civil no solamente le cerró el paso, sino que le irrumpió y le derribó al suelo. Al mismo tiempo, un pelotón de guardias civiles apuntó con sus máuseres al grupo formado por el alcalde, los Tenientes de alcalde y el secretario, provocando la alarma en la población, El segundo jefe de la Guardia Municipal fue conducido a la Comisaria del Congreso donde quedó detenido.[18]
El final de este encuentro entre el Ayuntamiento de Madrid y la Compañía Metropolitano Alfonso XIII tuvo bastantes repercusiones tanto a nivel local como a nivel nacional. A nivel local, el incidente de la calle Atocha llevó al alcalde de Madrid a dimitir de su puesto. En sus palabras finales a los medios, el alcalde reconoció su imposibilidad de llevar a cabo su acción, aunque realizó críticas a la Compañía Metropolitano Alfonso XIII y “a los distintos apoyos con que cuenta”. El discurso finalizó con las siguientes palabras: “El público que nos ve a todos, hará la justicia debida a cada uno”. [19] A la una de la madrugada, se reunieron los Tenientes de alcalde y el propio alcalde para llegar a un acuerdo unísono: protestar contra la acción del Gobierno, establecer la idea de que el cuerpo de bomberos de la ciudad de Madrid derribará las vallas de las obras del metropolitano, y presentar la dimisión de los concejales, debido a que el municipio no puede hacer cumplir sus acuerdos. [20]
Desde la Compañía Metropolitano Alfonso XIII manifestaron que en la mañana del día 20 se encontraron con una notificación del alcalde suspendiendo las obras y que fueron sorprendidos con la custodia de la Guardia Civil de las instalaciones y obras del ferrocarril. Desde la empresa argumentaban que no solicitaron auxilios de la autoridad, siendo dicha actuación llevada a cabo desde el Gobierno. La detención del Ayuntamiento era acerca de la supresión de las obras, nunca del tráfico ferroviario. Asimismo, conocemos que los guardias municipales y Tenientes de alcaldes fueron puestos en libertad antes de las doce de la noche, siendo replegadas las fuerzas de seguridad a las tres de la mañana, momento en el que se abandonó todo trabajo existente.[21]
A nivel nacional, caso del metropolitano de Madrid fue llevado incluso hasta las Cortes españolas. El día 21 de marzo, en sesión del Congreso de los Diputados se produce una intervención sobre el caso del metropolitano de Madrid. El diputado, el señor Saborit, pide la palabra para hablar sobre el “cumplimiento de un acuerdo municipal referente al ferrocarril Metropolitano de Madrid.[22] El resultado de este conflicto sería un fuerte cambio en la alcaldía de Madrid, pasando dicho poder al nuevo alcalde de Madrid, José María Caray y Rowart, de del Valle de Suchil[23] y la continuación de las obras de la red metropolitana.
Tras lo acontecido en 1922, las relaciones entre el Ayuntamiento de Madrid y la Compañía Metropolitano Alfonso XIII irían poco a poco a mejor, existiendo en algunos momentos, un mayor distanciamiento por motivos económicos y de abono de los diferentes cánones impuestos desde la municipalidad. Un control que obtendría más adelante, cuando parte de las competencias de la red de Metro de Madrid se ofrecerían a la naciente Comunidad de Madrid y a la Villa de Madrid.
[1] Real decreto aprobando el Reglamento provisional para la aplicación de la ley de Ferrocarriles secundarios y estratégicos de 23 de febrero de 1912, que reforme la de 26 de marzo de 1908. Gaceta de Madrid, 249, 5 de septiembre de 1912, pp. 534-540
[2] Real decreto aprobando el reglamento para la ejecución de la ley general de Ferrocarriles de 23 de noviembre de 1877, Gaceta de Madrid, 147, 27 de mayo de 1878, pp. 527-531.
[3] Dirección General de Obras Públicas. Ferrocarriles. Otorgando a D. Miguel Otamendi y Machimbarrena la concesión del ferrocarril subterráneo de Madrid, con tracción eléctrica, denominado Metropolitano de Madrid, 17, 17 de enero de 1917, pp. 150-151.
[4] “En el Ayuntamiento de Madrid. Los ediles se ocupan del “Metro” y del Nuevo Matadero”, La Acción, 20 de enero de 1922, p. 5.
[5] “Ayuntamiento. El Metropolitano”, La Libertad, 15 de febrero de 1922, p. 4.
[6] “Nuestro honrado municipio. Los graves peligros de la Puerta del Sol. Este verano habrá que hacer muchas cosas”, La Voz, 20 de febrero de 1922, p. 8.
[7] “Ayuntamiento. La sesión municipal de ayer”, El Imparcial, 25 de febrero de 1922, p. 5.
[8] “Casa de la Villa. El Metropolitano”, La Correspondencia de España, 10 de marzo de 1922, p. 6.
[9] “Noticias municipales. La suspensión de las obras del Metro”, La Época, 14 de marzo de 1923, p. 3.
[10] “Una medida que perjudica a Madrid. La suspensión de las obras del Metropolitano”, La Acción, 20 de marzo de 1922, p. 6.
[11] “Una medida que perjudica a Madrid. La suspensión de las obras del Metropolitano”, La Acción, 20 de marzo de 1922, p. 6.
[12] “La Empresa del Metropolitano frente al Ayuntamiento”, Heraldo de Madrid, 20 de marzo de 1922, p. 5.
[13] “La Empresa del Metropolitano frente al Ayuntamiento”, Heraldo de Madrid, 20 de marzo de 1922, p. 5.
[14] “Una medida que perjudica a Madrid. La suspensión de las obras del Metropolitano”, La Acción, 20 de marzo de 1922, p. 6.
[15] “La lucha de un alcalde y una empresa. Esta noche serán suspendidas las obras del Metropolitano. El ministro de la Gobernación toma extraordinarias precauciones”, La Voz, 20 de marzo de 1922, p. 3.
[16] “Competencia de jurisdicciones. El Ayuntamiento promueve un conflicto al intentar suspender las obras del “Metro”, La Acción, 21 de marzo de 1922, p. 1.
[17] “El Gobierno y el Ayuntamiento. El Ayuntamiento acuerda persistir en su actitud y adopta graves acuerdos. El alcalde presenta su dimisión. El asunto se discute en el Parlamento”, La Correspondencia de España, 21 de marzo de 1922, p. 1.
[18] “La fuerza pública ayuda al Metropolitano. Los lamentables espectáculos de anoche. Desde hoy no tiene Madrid Guardia Municipal”, La Voz, 21 de marzo de 1922, p. 1.
[19] “La fuerza pública ayuda al Metropolitano. Los lamentables espectáculos de anoche. Desde hoy no tiene Madrid Guardia Municipal”, La Voz, 21 de marzo de 1922, p. 1
[20] “El Ayuntamiento y el Metropolitano”, La Época, 21 de marzo de 1922, p. 2.
[21] “Competencia de jurisdicciones. El Ayuntamiento promueve un conflicto al intentar suspender las obras del “Metro”, La Acción, 21 de marzo de 1922, p. 2.
[22] Congreso de los Diputados. Diario de Sesiones – Serie Histórica. Legislatura 1922-1923. Sesión celebrada el viernes 21 de marzo de 1922. Orden del día. Intervención del Gobierno en el cumplimiento de un acuerdo municipal referente al ferrocarril metropolitano de Madrid, nº 9, de 21-03-1922, pp. 238-260.
[23] “Ha tomado posesión el nuevo alcalde de Madrid. Esperando su actuación- Protesta de las minorías del Municipio. Dimisiones colectivas. Noticas oficiosas”, La Correspondencia de España, 22 de marzo de 1922, p. 4.

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