Entrada de acceso al aparcamiento de la estación de Nuevos Ministerios. Fotografía del autor.
El aparcamiento en las grandes ciudades siempre ha sido uno de los problemas para los distintos ayuntamientos. La realidad de las ciudades es que los miles de vehículos que entran en las grandes ciudades, han de necesitar espacios para poder estacionar. Lamentablemente, el espacio urbano es el que existe y a pesar de llevar las políticas de reducción de las aceras en muchas calles, los vehículos siguen disponiendo de problemas para estacionar. Es por ello, que veremos las distintas políticas llevadas por las administraciones para la movilidad de los vehículos.
Las ciudades observaban como un medio de transporte sería el mayoritario por gran parte de la población: el vehículo privado. El transporte por carretera se convertiría el único medio de moverse por las ciudades, donde el coche sería objeto de idas y venidas. El espacio urbano del centro de las ciudades es muy difícil de cambiar, siendo las dimensiones existentes las que deben marcan el espacio destinado para cada medio. Sin embargo, el número de vehículos aumentaba considerablemente año tras año, viendo que las anchas aceras de las calles no daban espacio para estacionar los miles de vehículos existentes.
Con ello, se inician las primeras actuaciones de eliminación de gran parte del ancho de las aceras y destinar ese espacio para los vehículos. Son momentos donde los bulevares de las avenidas dejan una nueva perspectiva de asfalto y de carriles para la circulación. Dentro de estos carriles, las calles se preparaban para observar en los márgenes de la derecha de las calles unas pequeñas bandas de aparcamiento, tanto en fila como en batería, que permitían estacionar los vehículos. A pesar de este mayor espacio, el vehículo siempre seguía pidiendo más espacio debido a la revolución o sarampión, dependiendo de cómo lo queramos ver, del automóvil.
El Servicio de Estacionamiento Regulado.
Ante ello, los distintos ayuntamientos establecieron dos soluciones que permitiesen la rotación de los automóviles, de tal forma que exista un flujo de vehículos en movimiento y otro flujo estacionado, de forma que se combinen ambas situaciones. El primer sistema fue la implantación del Sistema de Estacionamiento Regulado, popularmente conocido como O.R.A. Este estacionamiento se basa en la premisa de que para aparcar es necesario pagar por ello, simplemente. Las calles deben ser compartidas por todos y el vehículo es una herramienta que ocupa bastante espacio urbano de las calles, por ello se debe efectuar un pago por ello.
Aunque los conductores paguen un Impuesto de Tracción Mecánica, este solamente es apto para establecer que los vehículos que pagan dicho impuesto son aptos para la vía pública. La gente no realiza un pago por circular, como muchos usuarios creen o afirman, sino que se paga únicamente para circular con un vehículo matriculado. Asimismo, el impuesto solo realiza un gravamen por titularidad del vehículo, no por uso. La gente realiza el pago sobre el tipo de vehículo disponga, no por la intensidad de este.
Retomando la idea del Servicio de Estacionamiento Regulado, es importante decir que este estacionamiento se paga en función del tiempo que desees estacionar el vehículo. La persona que desee estacionar en estas zonas delimitadas, deberá abonar una cantidad que varía en función de los minutos y horas que desee dejar su coche aparcado. Cada ciudad establece un sistema tarifario propio, variando en función de la congestión de vehículos y de la poca rotación existente. Dicho pago lo que hace es disuadir al conductor que no esté empadronado en la ciudad y dar un beneficio de espacio para el titular del vehículo que resida en un distrito de la ciudad. Como se observa, los ayuntamientos de las ciudades desean que el espacio revierta a los vecinos y no a otros usuarios, es por ello que se cobra a los usuarios no residentes para permitir que el espacio sea destinado a los vecinos. En la mayoría de las ciudades, el Servicio de Estacionamiento Regulado se divide en varias zonas, las cuales se diferencian con una serie de franjas de distintos colores. Estos colores representan distintos tipos de estacionamiento, los cuales tienen una normativa clara y diferenciada.
- La zona verde suele ser destinada para el aparcamiento para los vehículos de residentes y suele estar en las zonas residenciales. Al ser destinado principalmente para los residentes, no implica que otro usuario no pueda aparcar allí, lo podrá hacer pero dispondrá de menos horas para aparcar y deberá retirarlo con antelación. Los residentes en estos espacios pueden dejar el vehículo tantas horas como deseen, ya que deben pagar un impuesto mensual para poder estacionarlo en dicho espacio.
- La zona azul es el aparcamiento destinado para todos los vehículos. Dicha zona suele tener un tiempo máximo de aparcamiento de 4 horas, siendo más elevado que en la zona verde. Tanto vehículos de residentes como no residentes comparten el mismo espacio, pudiendo aparcar ambos en perfectas condiciones.
- De igual forma existen aparcamientos de larga estancia, los cuales disponen de franjas de color naranja. Estas zonas permiten estacionar los vehículos más tiempo que en las otras zonas, debido a que se sitúan en puntos concretos donde el tiempo de estacionamiento es superior a las 2 y 4 horas.
Sin embargo, las zonas con estacionamiento regulado crea un problema conocido como “efecto frontera”. Este efecto es producido en zonas donde limitan las zonas no reguladas y las zonas reguladas del estacionamiento. Muchos usuarios de vehículos no residentes que acceden a las grandes ciudades prefieren dejar sus vehículos de forma sencilla y gratuita, aunque estén alejados del centro, mientras que los residentes observan como sus antiguos espacios para dejar el vehículo han sido ocupado por otros. Los ayuntamientos de las ciudades, conocedores de este problema, establecen nuevas ideas de expansión de este sistema regulado. Muchos vecinos que se veían en contra de estos servicios de control del estacionamiento, pasan a ser peticionarios de esta idea.
Los aparcamientos subterráneos.
Otra de las alternativas que muchas ciudades tomaron es la construcción de aparcamientos públicos subterráneos. Las plazas y las avenidas, de grandes dimensiones, fueron los puntos donde los consistorios iniciaron la transformación de sus estructuras, con el objetivo de dotar de aparcamientos bajo las zonas peatonales. Estos nuevos espacios subterráneos disponían de bastantes plazas para almacenar los vehículos y poder dar otro espacio a la calzada central de circulación. Una medida con el que los ayuntamientos ganaban, ya que la construcción lo iniciaba una empresa privada, ésta a su vez disponía de una concesión de mantenimiento y servicio, y el ayuntamiento de la ciudad ofrecía a sus vecinos y no residentes una oportunidad para dejar el vehículo de forma sencilla y segura.
La rotación de los vehículos estaba asegurada con estas instalaciones subterráneas, pero el aumento progresivo del parque móvil de las ciudades no podía almacenarse en los distintos aparcamientos subterráneos construidos, de forma que el problema del tráfico no se quedaba enterrado. Los ayuntamientos necesitaron plantear más aparcamientos, pero fuera de las ciudades. Esta medida se conoce como aparcamientos disuasorios, cuya misión es la de disuadir al vehículo en el centro de las ciudades. Como se observa, a pesar del estacionamiento y de construir nuevos espacios, el tráfico sigue siendo un problema en las ciudades.
Las actuales soluciones de los ayuntamientos ante el problema de aparcamiento.
Con el cambio de pensamiento de muchos ayuntamientos a la hora de dirigir la movilidad hacia una colaboración entre el transporte público, medios no contaminantes y una movilidad peatonal, el espacio para estos tres elementos ha de ser potenciado en sus calles. El antiguo espacio hacia el vehículo privado queda relegado a amplias aceras, eliminación de zonas de estacionamiento y una reducción de la velocidad en las calles que lo permiten. Un nuevo sistema que ha permitido reducir el número de vehículos en muchas calles, al no ser tan atractivas para su uso.
La eliminación de estos espacios supone también que la accesibilidad para muchas personas mejora notablemente, consiguiendo que la gente se anime a caminar y pasear por sus aceras y deje el uso del automóvil para moverse desde su casa hasta su destino de forma íntegra. Otra de las actuaciones que también están llevándose a cabo es la eliminación de los aparcamientos de rotación del centro de muchas ciudades, permitiendo destinarlo a los residentes en su totalidad. Con ello, los residentes pueden dejar su vehículo en sitios mucho más adecuados y de forma que no estorben a la mayoría de los usuarios de las ciudades: los peatones. Aunque parezca que esta idea es totalmente descabellada, la realidad es que mejora sustancialmente la movilidad urbana. El vehículo, a pesar de que parezca un elemento que ha crecido con nosotros en las ciudades, no deja de ser un importante obstáculo en la mejora de la movilidad de las urbes.
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